¿QÚE ES AUTOCUIDADO? UN SUPERESCUDO DE PREVENCIÓN PARA TU SALUD

Qué es Autocuidado

Estás en una terracita con tu ‘pescaito’ frito, tu caña bien fresquita y te sueltan:

-Oye, ¡cómo nos cuidamos!

Y aquí viene la típica frase que respondes:

-Si no me cuido yo ¿quién me va a cuidar?

Por ahí van los tiros. Aunque imagino que esperas algo más que pura sabiduría popular.

Hablamos de autocuidado y no es por casualidad. 

Nuestra psicóloga de cabecera es una firme defensora de la prevención, y cuidar de ti mismo es la mejor herramienta que tienes para disfrutar de una vida plena y sana. 

Empezamos por la Organización Mundial de la Salud, que sabe algo de esto:

Definición de autocuidado de la OMS

“El autocuidado comprende todo lo que hacemos por nosotros mismos para establecer y mantener la salud, prevenir y manejar la enfermedad.” (OMS, 1998)

Desde el 98 ha llovido mucho,  sobre todo por el ritmo de vida actual: más objetivos, más producción, más proyectos, más likes, más, más, más… Ya sabes. 

En los últimos tiempos se trabaja mucho el autocuidado de forma profesional. Tanto es así que hasta tenemos un día:

Día Mundial del Autocuidado de la Salud

Así es, el 24 de julio se ha establecido como el “Día Internacional del Autocuidado de la salud”. Pero como un día es poco para cuidarse, el mes de julio celebramos el “Mes internacional del autocuidado”, aunque yo lo celebro todo el año.

Bien, ¿lo vemos en profundidad?

Concepto de autocuidado

Autocuidado es el conjunto de acciones que tomas de manera consciente para sentirte mejor contigo mismo y favorecer tu salud en tres áreas básicas:

-Salud mental.

-Salud física.

-Salud emocional.

La idea es actuar de manera intencionada para controlar los factores internos y externos que afectan a tu bienestar. 

Está demostrado que las acciones placenteras activan un circuito cerebral que segrega oxitocina, la hormona del amor, y opioides endógenos que alivian el dolor.

Quizá has adivinado que las acciones de autocuidado son diferentes para cada persona. Y tienes toda la razón.

Has de tener un diálogo interior para averiguar qué te hace sentir bien en ese momento, pero de forma honesta, sin trucos para ir a la nevera cada dos por tres.

Hoy necesitas sentir la soledad y mañana tu alma pide rodearse de bullicio para recargar las pilas de vida. 

Todo aquello que te aporta, te suma y te conecta contigo mismo es autocuidado.

 -Entonces lo de tomar una cañita, ¿es autocuidado?

-Pues depende. Después de un día estresante de trabajo, charlar en buena compañía, reírse un rato y refrescarse es autocuidado del bueno.

-No es autocuidado si lo haces por huir de una tarea que te arrepentirás de no haber terminado. Tomarte 20 cañas tampoco. Sabes que no te hará sentir mejor y no contribuye a tu bienestar.

Autocuidado no es egoísmo ni autoengaño, sino honestidad y equilibrio.

Para algunas personas resulta difícil encontrar ese punto. Lo sé. Debes conocerte muy bien a ti mismo y a tus propias circunstancias.

Aquí entramos los profesionales, para llevarte de la mano a la hora de identificar las acciones que te hacen bien y realmente aportan a tu vida. 

Ni te imaginas el cambio que supone trabajar de forma activa la potente herramienta del autocuidado. 

Beneficios del autocuidado

-¿Qué te parece aprender a manejar tus emociones? Sí, a sacar petróleo de esa crítica que tanto te fastidia. A ganar en paciencia y templanza.

-¿Y aumentar la concentración? Lo que mejora todo cuando te cunde el tiempo.

-Te sentirás más libre.

-Te enfrentarás con éxito a la adversidad. 

-Serás más consciente de tu cuerpo. Sentirás cada poro de tu piel.

-En resumen: aumentará tu autoestima, reducirás el estrés, tendrás mayor calidad de vida, más bienestar y serás muuuucho más feliz. 

Lo mejor es que lo veas con ejemplos en cada área concreta.

Tipos de autocuidado

El autocuidado es un traje que has de diseñar a tu medida para que tenga una repercusión clara y positiva. Es una cuestión de hábito, de organizar el tiempo.

Vamos a trabajar en varias esferas:

Autocuidado emocional

Equilibrio emocional y salud son inseparables. 

Las emociones son parte de ti. Abrázalas a todas y no huyas. No eres culpable de sentirlas. Solo eres responsable de cómo reaccionas ante ellas.

Incluso la tristeza o la ira son amigas a las que has de aceptar. No pasa nada por dar un paseo por la playa con ellas, charlar un rato, entenderlas y seguir con tu vida.

Cada emoción nos habla de algo y es una oportunidad de crecimiento.

Saber llorar es tan importante como saber reír. Aprender a expresar de forma honesta nuestros sentimientos y canalizarlos hacia actividades positivas.

Y llegado el caso, reconocer que tenemos dificultades para manejarlas y acudir a un terapeuta que nos ayude.

Autocuidado físico

El autocuidado físico gira entorno a comer sano, mantenerse en forma y descansar bien. ¿Verdad que esto ya lo sabías? 

Dicen que “eres lo que comes” y con razón. Tu cerebro necesita nutrientes para trabajar y hemos de combinar lo sano con algún capricho que puedas darte. Una vez más: equilibrio.

Puedes incluso experimentar con la cocina para ampliar los sentidos que entran en juego. Disfrutar con olores, experiencias táctiles…

La actividad física es otro camino hacia el bienestar. No se trata de exprimir el cuerpo como un atleta, pero sí de incorporar rutinas que te ayuden a liberar tensión y sentirte mejor.

El descanso es el momento de ponernos a cargar. Sin un sueño de calidad vas por el mundo con la batería a medias. Acepta lo que tu cuerpo te pide y descansa bien.

Autocuidado intelectual

Los beneficios de entrenar la mente y mantenerla activa están más que demostrados.

Recuerdo un documental de la 2 sobre una orquesta de ancianos, con la ilusión que acudían a los ensayos y lo jóvenes que se sentían.

En estudios que miden con escáner la actividad cerebral se descubrió que cuando alguien toca un instrumento musical el cerebro se ilumina como la feria de abril.

Y no solo eso, sino que el cerebro de las personas que aprenden música va modificando su capacidad a medida que aprenden.

No te digo que vayas corriendo a comprarte un arpa, pero sí que tengas en cuenta la importancia de aprender, aunque sea un poquito.

Cuando adquieres conocimientos, por nimios que sean, obligas a tu cerebro a crear nuevas conexiones neuronales y eso tiene beneficios a corto, medio y largo plazo. 

Así que ya sabes, haz algo que te guste: leer, pintar, cantar, hacer ganchillo, crucigramas, escribir o cualquier actividad que ayude a mantener ágil tu mente.  No la abandones.

Autocuidado social

Somos seres sociales y necesitamos conectar con los demás. Sentir que están ahí.

Con el confinamiento del coronavirus vimos, más que nunca, esa necesidad de conexión. Hasta los que no distinguían un portátil de una tabla de corte aprendieron a manejar Zoom.

Contactamos con amigos que no veíamos hacía meses. No por compromiso, sino porque  necesitábamos saber que estaban ahí. Pues esa videollamada es autocuidado.

Expresar los sentimientos sin miedo, charlar con un buen amigo o dejar un grupo que no te aporta nada, que absorbe tu energía, todo esto es autocuidado.

Una vez más, es importante conocerse a uno mismo, identificar qué relaciones te hacen sentir bien y recargan tu vida, así como aquellas que traen una nube negra a tu día de solecito.

Por cierto, que disfrutar un rato de tu soledad, porque así te lo pide el cuerpo, también es una buena práctica de autocuidado.

Autocuidado espiritual

El autocuidado espiritual conecta con tus valores más profundos. Con quién eres de verdad. Tus fortalezas y debilidades, tus gustos y todo aquello que realmente importa.

Meditar, rezar, pasear por el campo, sentarse en una piedra a mirar el horizonte, una puesta de sol, escribir un diario o escuchar música crean ese momento que es solo tuyo. 

Son acciones de autocuidado que deberás incorporar a tu rutina. Aunque en principio requieran esfuerzo, el beneficio para tu bienestar será muy importante.

A modo de resumen: tú eres quien más y mejor puede cuidarse. Lo más difícil, quizá, es crear una estrategia de acciones que te ayuden de verdad y conocerte de forma honesta.

Al menos es lo que más cuesta a quienes acuden al psicólogo para aprender a cuidarse. 

Y ese es su trabajo principal: guiarte de la mano hasta encontrar tu camino. Así que, si necesitas ayuda no dudes en contactar con un buen profesional que te escuche como tú mereces.

De momento puedes avanzar con estas líneas que te hemos dado. Es gratis y notarás el cambio.