Si entendemos que, tal como se ha dicho siempre, la elegancia empieza por el calzado, los zapatos de lujo para hombre serían la medida perfecta de su estilo y buen gusto. Cuando hablamos de zapatos de hombre exclusivos la primera referencia son los zapatos hechos a medida para hombre.
Vamos a viajar por 10 de los talleres zapateros con mayor reconocimiento de todos los tiempos. Pasaremos por Londres, Budapest, Viena, Paris, Roma y Nueva York; ciudades que han marcado el estilo, el diseño e incluso el nombre de algunos modelos emblemáticos de la tradición clásica.
Hay cientos de artesanos en todo el mundo que podrían estar en esta lista, pero elegimos estos 10 en base a criterios de los propios maestros zapateros. No es nuestra lista, es la de uno de ellos y estamos seguros de que estos nombres son imprescindibles para conocer tanto los orígenes como la actualidad más viva.
LOBB
Sin duda uno de los zapateros más reconocidos de todos los tiempos, John Lobb nació en 1829 en Tywardreath, un pequeño pueblo inglés, donde creció en una familia de campesinos. Fue un maestro absoluto en el dominio del oficio de zapatero, lo que le llevo, con 34 años, a recibir un “Royal Warrant” para ejercer de zapatero del que entonces aun era el príncipe Eduardo.
Su taller de St. Jame’s Street en Londres era frecuentado por clientes de la talla de Enrico Caruso, Guglielmo Marconi, George Bernard Shaw o el mismísimo Joseph Pulitzer, por lo que era lugar de peregrinación para aficionados a la ópera y curiosos que quería ver en persona a cantantes, actores o políticos.
En 1901 abrió una filial en París, mientras el sector del calzado tradicional era sacudido por el auge de la floreciente industria zapatera, que llenaba los escaparates con modelos de zapato económicos que seguían la corriente de la moda. La marca ha llegado a nuestros días con los mismos valores que le llevaron a sobrevivir a todos los vaivenes económicos y sociales durante más de un siglo, la máxima exigencia en calidad, elegancia y comodidad para adaptarse a cada pie de forma perfecta.
Lobb todavía ostenta la triple “Royal Warrant” que le permite crear zapatos para su majestad la reina Isabel II, su alteza real el Duque de Edimburgo y de su alteza real el príncipe de Gales.
Por tradición, historia y manufactura, Lobb está en los más alto del olimpo zapatero, y aunque no te puedas permitir una de sus obras de arte, siempre puedes visitar su tienda de Londres, junto a la casa de Lord Byron, de la que la revista Squire dijo en su día que era “La zapatería más bella del mundo.
BENJAMIN KLEMANN
De historia mucho más corta, este maestro zapatero del mar del norte, nació en 1959 y ya desde el principio quiso ser zapatero. Aprendiz de un referente de la tradición zapatera húngara como Julius Harai, también curtió su experiencia con cinco años como oficial en la firma Lobb, en Londres, y colaboró con las firmas Foster and Son, New and Lingwood y Alan McAfee, donde se embebió de la elegancia británica que marcaría su estilo de fusión entre las tradiciones inglesa y húngara.
Después de su paso por Inglaterra abrió un pequeño taller en la granja Basthorst, al este de Hamburgo, donde actualmente trabaja con el mismo control y escrupuloso esmero en todas fases de la confección de sus zapatos, dotados con una impresionante calidad, que aunque no llegan a la altura del diseño italiano o francés, son una verdadera obra de arte con un estilo que no pasa de moda.
HIMER & HIMER
Uno de los zapateros a medida más jóvenes de Europa, Álex Himer nació en 1965 en la ciudad alemana de Baden Baden y su vocación surgió de un reto personal en una visita a un zapatero ortopédico: dotar al calzado para pies problemáticos de la elegancia y estilo que le estaba negado por supeditarse a la dimensión puramente funcional.
Su sólida formación en Colonia, Stuttgart, Hannover y Heildelberg, junto con un profundo conocimiento de la anatomía del pie le han permitido llevar al límite su máxima: “Form follows function”, ofreciendo soluciones, tanto estéticas como funcionales a los casos más difíciles.
Para Álex Himer hay que andar ortopédicamente impecable y sus creaciones son obras maestras del confort y la adaptabilidad. Tanto es así, que sus modelos de prueba son de piel auténtica y no se conforma con menos de 14 días en los pies del cliente para extraer conclusiones correctas que permitan corregir la horma.
Actualmente, ofrece seminarios sobre estilo y cuidado del calzado por todo el mundo, y sus creaciones se pueden encontrar en museos y en los pies de muchas celebridades. Incluso posee una colección de zapatos deportivos a medida que se ha convertido en legendaria.
LÁSZLÓ VASS
Nacido en Budapest en 1946, László Vass pertence a la generación de nuevos zapateros que han hecho de su vuelta a las raíces del oficio una de sus principales señas. En el caso de László Vass su referente son los maestros zapateros que trabajaban a principios del siglo XX en Budapest y que dieron nombre al famoso tipo modelo de zapato en honor a esa ciudad. El modelo Budapest es un blucher full-brogue con la puntera elevada que alcanzo gran popularidad en capitales de la moda como Londres, Nueva York o Roma.
Vass conoció los secretos de todas las fases de confección de calzado en la casa de modas Maygar Divatintézet y estableció su taller en el corazón de Budapest. En la actualidad es un referente en la confección del modelo Budapest y es conocido por la perfección técnica de sus obras, así como por la durabilidad y comodidad. Su taller de la calle Haris Köz es un santuario del arte zapatero que atrae a clientes de toda Europa que buscan la máxima calidad.
BALINT
La historia de Lajos Balint, húngaro con origen en Transilvania, arranca en 1988, cuando establece su tienda en Viena a los 45 años junto a su esposa Kati. Su maestría, marcada por la extrema precisión a la hora de tomar medidas y confeccionar la horma, le situaron en pocos años en la cima zapatera mundial.
Parte de la sabiduría que transmitiría a su hijo se resume en esta frase: «Hay dos cosas en la vida que no son un lujo, sino una absoluta necesidad: unos buenos zapatos y una buena cama…», haciendo clara referencia al impacto que estos dos elementos tienen sobre la salud.
Aunque falleció en 2010, la nueva generación de Balint, su hijo Bela, sigue con la herencia del nombre que se convirtió en símbolo de elegancia y purismo tradicional. De hecho, es un verdadero sacrilegio calzar unos Balint y no vestir un atuendo a la altura.
MATERNA
Sin salir de Viena, hablamos ahora del referente zapatero de esta ciudad: Georg Materna. Su tienda es un maravilloso establecimiento desde el que se huele la Ópera de Viena y donde se ofrece una impresionante colección de modelos.
Nieto e hijo de zapateros, Materna está asociado a perfección y durabilidad. Todavía posee zapatos hechos por su abuelo que resisten el tiempo con elegancia y comodidad. Es un maestro a la hora de extraer información del pie del cliente para alcanzar la máxima precisión. Según argumenta, sus zapatos son tan buen negocio para él como para su cliente, ya que después de 20 años, si se cuidan adecuadamente, seguirán ofreciendo todas sus bondades iniciales.
BERLUTI
Con Berluti volvemos a estirpes zapateras con raíces en el siglo XIX. La semilla de la marca es plantada por Alessandro Berluti, un italiano nacido en Senigallia, que marchó a París en 1887 armado con sus antiguas herramientas de zapatero a la edad de 22 años.
Su hijo Torello creó lo que llamaría Esprit Berluti, con lo que asienta todo el universo de la marca y consigue que sus zapatos vistan pies tan ilustres como los de James de Rothschild o Yul Brinner desde el número 26 de la Rue Marbeauf.
Talbinio, hijo de Torello y tercera generación de Berluti continuaría expandiendo el negocio hasta alcanzar el reconocimiento mundial. Olga Berluti, que comenzó a trabajar en el negocio familiar en 1959, cogería el testigo de Talbinio y construiría todo un mundo alrededor de su dominio de la pátina y su pasión por la moda. De hecho, su estilo en la forma y en la búsqueda de tonalidades desconocidas se convirtieron en el símbolo de la firma Berluti. El propio Andy Warhol quedó impactado en 1962 por las líneas radicales y lejos de convencionalismos de la joven Olga Berluti, por lo que adquirió su primer par de mocasines hechos a mano de la firma.
Berluti funde belleza clásica con vanguardia, es lo lírico, lo sólido, es la máxima exquisitez y hemos de confesar que de esta lista y de muchas otras, Berluti es nuestra debilidad.
GATTO
Llegamos a otro ilustre maestro de la zapatería con más de un siglo de historia, Angelo Gatto. Según un artículo de 1988 de la revista alemana Der Stern, el rey Alfonso XIII dijo de su pequeño taller en el 34 de la romana Via Salandra: “En Roma hay dos maravillas: La Capilla Sixtina y los zapatos de Gatto”, aunque en la web de Gatto se atribuye la frase al actor de Holliwood Clifton Webb. Al margen de la valoración de cada cual, lo cierto es que desde 1912, en que se estableciera la firma en Roma, los zapatos de Gatto han vestido los pies de reyes, embajadores y todo tipo de personalidades a través de varias generaciones. Al fundador, Angelo Gatto, que con más de 70 años seguía trabajando en sus zapatos, le siguió su sobrino, Peppino Gatto, que hizo florecer su prestigio en la época de la Dolce Vita, cuando Italia competía con Hollywood.
Ya en la era de internet, Silvano Lattanzi, asociado de Peppino Gatto desde hacía años, toma las riendas de la firma. El mismo taller, la misma filosofía y los mismos clientes de siempre, dispuestos a esperar hasta un año a recibir sus zapatos. Unos clientes que son los encargados de aportar recomendaciones sobre nuevos clientes, siempre personas refinadas con elegancia natural que saben que, aunque el taller de Gatto no tiene escaparates ni luminosos, es la meca del zapato hecho a medida.
E. VOGEL
Viajamos a Nueva York para conocer a una familia zapatera con cuatro generaciones de maestros en el oficio. Desde que Egidius Vogel la fundara allá por 1879, la máxima de la firma sigue siendo la misma: ofrecer a sus clientes el mejor calzado, con un perfecto equilibrio y una comodidad insuperable. Podemos añadir la atención al detalle, incluso se escribe el nombre del cliente en el forro del zapato, y una durabilidad fuera de toda duda.
E. Vogel fue durante muchos años el proveedor de las botas de montar del equipo olímpico de Estados Unidos, lo que en algún momento les aportó mucha fama en un ámbito distinto al de los zapatos bajos, que llevaban más de 100 años fabricando. En su catálogo actual encontramos también zapatos de golf hechos a medida, así como botas de montar. Es de destacar su sótano, con una colección de más de 1.500 hormas entre las que encontraremos nombres como Charles Lindbergh o Paul Newman.
OLIVER MOORE
Seguimos en Nueva York, de la mano de otro grande con más de un siglo de historia. Oliver Moore aprendió en Inglaterra el oficio de zapatero y viajó a Nueva York en 1878 para montar su propio taller.
Desde entonces, la larga lista de personalidades que tienen en su almacén la horma guardada habla por sí misma: Theodore Roosevelt, David Rockefeller, Jack Dempsey, Walter Cronkite, James Gandolfini e incluso un papa. Imprescindible.